viernes, 15 de febrero de 2008

NOCHE DE SAN VALENTIN


Ayer fue un lindo día. Volvío el sol. Gustavo le dio la llave de la casa pues una sobrina y sobrino iban a ir con unos amigos a pasar el día.
Me alegró encontrarlos al mediodía. Me gusta el ruido y el movimiento, la estaban pasando muy bien, jugando al pool, pusieron un soga como red de voley, el agua de la pile estaba limpia (porque la limpié yo, aunque no lo crean)
Yo estaba destruido luego de una noche de videos (una entrevista en ingles de la BBC a George Michael poco después que lo detuvieran en Los Angeles por andar con otro vago en un baño, je!) así que me fui a dormir, previo aviso que no me molestaba la música. (Traté de no interferir, verán)
Cuando volví a la tarde puse en marcha el otro auto mas viejo a gas y los llevé a todos de vuelta a Santa Fe.
Pero yo tenia todo planeado.
En una bolsa tenía el regalo y las rosas.
Y cuando volví comenzó la noche del amor.
Le regalé las flores a Gustavo, y en una misteriosa bolsita de regalo estaban los turroncitos de arroz inflados que tanto le gustan, y que estan asociados a una historia de pasión en el inicio de la convivencia.
Gustavo estaba encantado.
Cenamos su plato favorito: ñoquis (yo había hecho la salsa ayer)
El había puesto un Chandon en el freezer, yo un blanco Marcus Sauvignon Blanc (que buenos vinos los de Río Negro y todos los de este país)
Puse un dvd que había conseguido con temas viejos de amor.
Y tras la cena llegó el Champagne, y los besos, y bailamos y nos calentamos y re calentamos como siempre y el Salón fue el testigo de tanto fuego.
Era maravilloso sentir dentro mío a quien tanto quiero, como la primera vez, tan caliente y tan deseoso, hacerlo sobre la alfombra, apoyados en los sillones, de esta casa tan linda que hemos construido juntos.
Y luego terminamos el Chandon, entre besos, y yo que le decía todo lo que valía y recordaba todo lo que pasamos, lo bien que nos ha ido, el cariño de nuestros amigos, el respeto y aceptación de nuestras familias, como hemos ido progresando.
Porque hay que decirlo: hay cosas que se saben, pero hay que decirlas.
Evoqué nuestra luna de miel en Misiones. Los inicios de la convivencia.
Nos brillaban los ojos de la emoción.
No se puede describir tanta felicidad.
El bailar lentos, apretados, bien apretados, como si quisiéramos fundirnos en uno solo.
Ha sido la mejor noche de mi vida...

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