lunes, 19 de enero de 2009

LA LOLA 2


Así que ya en tren de amigos, pues nunca volvió a pasar nada entre nosotros, nos dimos a un período de aventuras.
Yo no he vacilado en señalar a aquellas mariquitas que son locas malas y desagradables, que gustan del escándalo y dar una mala nota en cuanto lugar van.
Por eso he decidido remembrar mis aventuras con la Lola.
Porque en su trabajo, en la calle, si bien se le caían algunas plumas, es una persona ubicada y seria.
Pero algo que no tarde en notar, quizás fuera la explicación de algunas cosas: el mariconear en público, no alevosamente, sino el tirar alguna que otra pluma, les daba a los vagos que andaban buscando aventuras con otro hombre, la SEGURIDAD.
Resultaba obvio que ningún vago se me iba a tirar a mí, con lo serio y masculino que parezca.
Sus mariconeos, bien dosificados para no caer en el exceso, si daban pie, y esa es la llave de su "suerte" en los levantes.
A la par, de juerga los tres en el departamento del bellísimo Mauricio, me pude soltar, esto es mariconear en joda como ellos, libremente, ¡eran tan graciosos que realmente era para tirarse al piso de la risa!!!!
Tanto nos reíamos, tan bien lo pasábamos, que una de esas noches de levantes varios, levanto a un vago para llevarlo al departamento -que era nuestra sede oficial de los encuentros- y mientras íbamos hablando me doy cuenta que yo iba mariconeando, ¡tirando plumas!!! ¡Por favor!!!
¡Resultaba ser que mariconear tanto en joda era pegadizo!!!
Así que decidí recuperar mi onda y estilo y aprendí a contener esa situación en cuanto salía.
Pero me hizo muchísima gracia.
Porque nunca había mariconeado, y al final resultó que estaba echando plumas.
La culminación de tanta juerga tuvo lugar en un revelador viaje a Córdoba.
Había una nueva empresa de autobuses que iba para allá y puso el pasaje a un precio promocional que realmente era ridículo.
La Lola, que disponía de una guía mental turística gay en su mente, proclamó la necesidad de ir para disfrutar del baño sauna y del baño turco, para su piel (jejejeje!!!), nos alojaríamos en casa de Eusebio, un amigo que estudiaba allá.
O sea gasto casi cero.
Nunca me había ido a otra ciudad en tren de fiesta gay, y la cuestión fue muy reveladora.
Tras engañar a Gustavo indicando que me iba a la ciudad mediterránea -que es como se llama a Córdoba- con mi Tía Lola (que por curioso que parezca ambas compartían el mismo apodo) me fui con la Lola.
Llegamos muy bien, fuimoa a la casa de Eusebio, un vago delgado, retraído y moderado, pero sin dudas gay, nos alojamos allí y comenzó la diversión. Pero eso ya da para otro post.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mariconeo es pegadizo... nos pasa casi siempre a nosotros cuando nos ponemos a mariconear en joda... q despues se nos queda pegaza algun q otro 'tonillo' inequivoco de emplumado mal... jaaaaaaa...

Pero la idea de mariconear con discreccion no es mala... xq le da la oportunidad a la otra parte... de tirarse a la pileta pensando q algo de agua tiene... nunca lo habia visto de esa manera... de ahora en mas me voy a parecer a indio civilizado... al menos una pluma voy a mostrar de tanto en tanto... como para no olvidar mis origenes... jaaaaaaaa... chauuuuuuuuu...!!!

PABLORE dijo...

Viste? Yo siempre dando este tipo de consejitos! jejeje!