domingo, 25 de enero de 2009

AQUEL CHICO RUBIO - HITS DEL AUTO 1


Era una noche de verano, yo volvía rápidamente a casa de mis viejos en Pueblo Alto, ya se había hecho tarde y cruzaba la ciudad de Santa Fe de norte a sur por una calle ancha, carente de interés y de vida nocturna, que tiene los semáforos sincronizados, con lo cual uno ahorra mucho tiempo.
De repente, en una cuadra lo veo, rubiecito, delgado, mas petiso que yo, de cabello bastante largo, algo ondulado, llevaba un short blanco y una remera verde, además de un bolsito. Lo miro, como hago siempre, y...sorpresa!!! Me mira.
Hice como una ese con el auto y antes de doblar ví como en el espejo retrovisor el vaguito miraba.
El pulso se me aceleró, como la fiera que tiene a la presa en la mira. Calor, agitación, el fluir de mis hormonas ante la visión de ese bonito ejemplar masculino.
Di la clásica vuelta manzana para cerciorarme que no me traicionaran las ganas. Y miraba, no de curiosidad, miraba, así que puse el guiño y volví a dar la vuelta manzana, cuando encaro para ir a la calle veo que este había doblado por la calle por la que yo iba, como buscando lo oscuro, para el encuentro.
Me acerco y asiento con la cabeza, él asintió a su vez y estacioné un poco más adelante. Bajé la ventanilla y vino.
- ¿Que tal? ¿Solo?- consulté.
- Si.- respondió con su dulce voz - ¿Cual es la onda? preguntó.
- Pasarla bien. ¿Querés subir y conversamos?- ofrecí ya completamente decidido.
- Bueno.- dijo y subió.
- Nunca me habían encarado por esta zona...- comentó desorientado.
- No la verdad que nunca ví a nadie por acá.-
Dije yo y comencé a avanzar hacia el norte. Me lo llevaría al hotel, valía la pena.
En cuanto a su onda supe que tenía algo con un compañero, en el mas estricto de los secretos. Le gustó mi franqueza. Lo llevé al hotel.
Quería hacer de activo. Yo estaba decidido a hacer lo que me pidiera. Lo peteé con placer y luego el me hizo poner en cuatro sobre la cama y me penetró. Disfruté de ese cuerpo viril, delgado, de músculos marcados, blanco, poseyéndome con ardor, con deseo. La sacaba toda y volvía a hundirla en mí. Yo enloquecía del deseo, pero no quise acabar.
Ya sabía yo que hacer. El vaguito acabó en mí y prontamente lo tuve espalda para arriba acariciándole las nalguitas.
Tenía miedo, no quería, pero se había excitado y estaba duro nuevamente, pero no quería aflojar.
Así que pasé a usar la lengua en su colita estrecha, arrancándole gemidos de placer.
Y aflojó, tras una corta sesión alzó la colita y yo lo penetré.
Gimió, se sacudió, trató de zafar, pero yo lo afirmé bien.
Su sufrimiento no se prolongó mucho, ya que a poco andar acabé copiosamente.
Quedé en volver a verlo. Pero no apareció. No lo ví en lugares de ambiente. ¿Que habrá sido de él? ¿Habrá sido una excepción en su vida, una licencia que se tomo? No lo se ni lo sabré, solo sé que esa noche ocurrió algo muy bonito, cuando mi horizonte era solo volver a casa a dormir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muuuuyyyyy interesante... hasta cierto momento... quizas intuitivamente y sin auto... voy cumpliendo tus mismas etapas... digamos hasta el abordaje... ahi nuestros caminos se separan... el auto acorta distancias... pero tambien acorta tiempos... la edad tambien interviene alejando posibilidades concretas... muchas veces se concretan... pero muchas no... veremos q pasa en un futuro no tan lejano... desconozco muchas cosas de mi ciudad... de todos modos... tu experiencia me viene mas q bien... aunque si sigo asi... voy a tener q ir a rendir el practico a tu ciudad... jaaaaaaaaa... chauuuuuuu...!!!

Anónimo dijo...

quieres volverme a ver vivo en Mèxico ahora chicoenshorts@hotmail.com