ADORO LAS NOCHES

Si hay algo bueno de estar en pareja es la buena disponibilidad para tener sexo cuando a uno se le ocurra.
El sábado nos fuimos a cenar con unos amigos a un Restaurant muy distinguido, que queda en la zona de la costa santafesina, por la ruta que lleva a Cayastá.
El trecho es largo pero el restaurant lo vale, es muy bonito, muy bien decorado, la comida es buena y fundamentalmente la atención es excelente.
Opté por ir allí porque, si bien también es un poco mas caro, tiene variedad de platos con lo cual Gustavo no puede quejarse (ya que es muy rompe paciencias con la comida, o en síntesis es un rope pelotas).
Como era de esperar comimos y tomamos bien, un buen vino, un plato de yacaré al paquete en mi caso (yacaré envuelto en papel de aluminio que se cocina a la parrilla junto a champignones, queso, arvejas y manteca) Gustavo eligió un plato de pastas, canelones de ricota y seso.
De vuelta por la ciudad recorrimos los lugares habituales de yire para ver que elementos andaban rondando, y de paso aburrirlo un poco (ya que no fuimos a ningún boliche).
Volvi exhausto de sueño así que de una fuimos a dormir y no alcancé a apoyar la cabeza en la almohada que dormía como el santito que soy.
Pero...a medianoche, serían las cuatro de la mañana, me desperté aguijoneado por el deseo, y no lo iba a dejar pasar...
Así que me prendí vorazmente a la verga de Gustavo, que no tardó en reaccionar poniéndose duro. Yo lo peteaba con fruición, ansioso de sentirla luego dentro mío.
Y él no se hizo rogar, dejé de petearlo y me puse en cuatro, colita para arriba, Gustavo la ensalivó y de una me la mandó para adentro hasta las bolas.
Yo estaba en el paraíso. Gozaba desenfrenado, mientras mi verga estaba también dura como la roca.
Y comenzó a cogerme, bien, como me gusta, profundo y duro, mientras yo me pajeaba, ya con una calentura que era impresionante.
Y cuando sentí que la cosa se venía recurrí a mi clásica técnica de apretar la cola, con lo cual aumentó el roce, y Gustavo jadeó y pude sentir patente como acababa llenándome de leche hirviente bien adentro de mi recto. En ese momento, y una de las pocas veces que soy sincrónico para acabar, acabé yo y luego me derrumbé llevándolo a él sobre mí, y quedando con la colita para arriba para seguirla teniendo bien adentro aún después, y sentir a Gustavo agitado sobre mí.
Cuando se fue él al baño yo tiré a un costado todas las sábanas, puse otras y me fui a dar una pequeña ducha mientras reflexionaba que esos arrebatos nocturnos me dejan la colita al rojo vivo y con una sensación de éxtasis total.