¡ADIOS RAUL RICARDO ALFONSIN! ¡SIEMPRE VIVIRÁS EN MI MEMORIA!

El año 1983 fue un año tormentoso.
Para una persona como yo, consciente de la política, el tomar conciencia de la derrota en Malvinas constituyó una humillación intolerable.
¡Se va a acabar, se va a acabar, la Dictadura Militar!
Coreábamos enardecidos.
Estábamos hartos.
Hartos de Deuda Externa.
Hartos de Dependencia del Capitalismo Financiero.
Hartos de que nos dijeran cómo nos teníamos que vestir.
Hartos de la prepotencia de cualquier gusano con uniforme del ejército.
Hartos de que nos censuraran lo que debíamos ver o leer.
Hartos de que nos dijeran con quien y cuando nos debíamos acostar.
Hartos de un gobierno militar que había robado, asesinado, corrompido.
Y allí comenzó a perfilarse la figura del Doctor Raúl Ricardo Alfonsín.
El, en los años 70 había constituído el Movimiento de Renovación y Cambio dentro de la Unión Cívica Radical.

Gracias a él, y a otros dirigentes de la centro izquierda, muchísimos jóvenes en el momento de moda de la Revolución, de la lucha armada, eligieron el camino democrático, y así salvaron sus vidas.
Algunos de ellos no pudieron escapar al terror militar.
El ruso Karakachoff, Amaya y Máximo Mena son tres mártires del este sector político.
En 1983 queríamos ser libres.
Y allí estaba su figura señera.
Que comenzó a nuclear a la sociedad argentina.
LIBERACIÓN O DEPENDENCIA

Los jóvenes Argentinos estábamos por la Liberación, en un mundo bipolar, buscando en la Tercera Posición un lugar de Independencia Nacional.
Y yo no pude militar en esa campaña. Pero estuve presente.
En cada conversación, en cada debate, con catorce años, vivía cada momento.
El triunfo en las internas de la Unión Cívica Radical abría su candidatura.
AHORA ALFONSÍN rezaba el slogan.
Nos fuimos implicando. Queríamos ser parte. Queríamos derrumbar a la dictadura y ser dueños de nuestro propio destino.
Y llegaron los actos.
Y en mi casa que no me dejaban ir.

Veníamos de un pasado de violencia, de muerte, mis padres tenían miedo. Pero estaban con él. Todos éramos uno: mis viejos, mi abuela, mis tíos.
El 30 de octubre de 1983 fue una jornada memorable.
Con mi potente radiograbador que transmitía a través de la radio, en la casa de mi abuela, con la bandera argentina en la ventana, los resultados atronaban marcando el triunfo radical. La marcha radical inundaba la cuadra y una alegría sin límites que no se vivía desde 1963 en la casa de mi abuela, cuando triunfara Arturo Illia.
Contigo, Doctor Alfonsín, yo me animé a proponer el Centro de Estudiantes en la Escuela.
Contigo Doctor Alfonsín entré al Frente Radical Secundario.
Contigo Doctor Alfonsín me fui con 17 años y para horror de mis viejos al Seminario Nacional de la Juventud Radical a Mina Clavero.
Contigo entré a la militancia.
Y con la militancia aprendí a PENSAR. Y de pensar supe de la Crítica. Y fuí crítico hacia dentro y dentro del partido pude corregir mis puntos de vista y aprender a analizar con corrección.
Con mis correligionarios estuvimos mas de dos días sin dormir cuando la sublevación militar de Semana Santa, volanteando y velando por la Democracia.
Y fuimos críticos. Críticos de la Economía.
Y allí se nos tildó de díscolos. Y un grupo de obsecuentes rodeó al gobierno.
Los mismos obsecuentes que cuando estalló la hiperinflación huyeron como ratas.
Y allí estuvimos, los díscolos, los disconformes, poniéndole el hombro al gobierno del Doctor Alfonsín, dándole todo nuestro apoyo en el peor momento, cuando un golpe de mercado prendía fuego a la economía nacional y preparaba el período de despojo y entrega del país.
Y cuando resignó el cargo, para ahorrar males al país, lloré, como lloro ahora, porque era el fin de un sueño.
Del sueño de mi adolescencia, de una construcción en la que se fue parte de mi vida.
Porque creo, creí y creeré en esos valores.
Y porque sobre todas las cosas EN ESE GOBIERNO SE SEMBRO LA PAZ. La Argentina conoce 25 años de Paz, de Democracia. La violencia política no volvió a teñir de sangre nuestro país.
Hoy muchos no lo valoran.
No saben lo que es perder la Paz.
No saben lo que es la opresión.
Y la vida me llevó hacia otros rumbos, pero siempre confluimos las personas progresistas.

En cada cierre de sus actos el Doctor Alfonsín solía recitar el Preámbulo de la Constitucion de la Nación Argentina, vaya pues en su homenaje:

Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina,
reunidos en Congreso General Constituyente
por voluntad y elección de las provincias que la componen,
en cumplimiento de pactos preexistentes,
con el objeto de constituir la unión nacional,
afianzar la justicia,
consolidar la paz interior,
proveer a la defensa común,
promover el bienestar general,
y asegurar los beneficios de la libertad
para nosotros, para nuestra posteridad
y para todos los hombres del mundo
que quieran habitar en el suelo argentino;
invocando la protección de Dios,
fuente de toda razón y justicia:
ordenamos, decretamos y establecemos
esta Constitución para la Nación Argentina.

¡ADIOS DOCTOR RAUL RICARDO ALFONSIN!
¡SIEMPRE VIVIRÁS EN MI MEMORIA!
¡VIVA LA DEMOCRACIA ARGENTINA!