viernes, 19 de diciembre de 2008

CON DUDAS


Mi encuentro semanal con Keirin fue más que satisfactorio. Como siempre.
Luego nos fuimos a comer algo a los tipicos carri-bar (puestos ambulantes donde venden hamburguesas y bebidas autorizados por la municipalidad).
Le aconseje a Keirin comer un lomito, que es carne-carne, en lugar de hamburguesa, para su sorpresa pues el lomito es más caro.
Desde hace años que yo como lomito, ya que en el caso de un bife, que por lo general de lomo no tiene nada, pero es carne, no te pueden engañar metiendo cualquier cosa como sí ocurre en las hamburguesas. Cosa que le dije y coincidio, nunca se le había ocurrido. Así que nos pedimos dos lomitos con papas y una coca.
Algo extraño no me preocupó encontrarme con ningun conocido. Nunca he sido de esconderme, esconderse es señal de estar en falta, si uno está en un lugar público tiene muchas opciones para explicar.
Y mientras estábamos allí, en el puesto mas concurrido (siempre es el más concurrido y eso asegura que todo sea fresco) yo pensaba y pensaba, el aire fresco de la costanera sacudía los árboles y movía los negros cabellos del joven efebo, cuyo rostro denotaba la satisfacción.
La diferencia de edades es notable.
Y aunque el pendex no se de cuenta y este de 10 conmigo, debería relacionarse con alguién mas de su edad.
Obvio que esta loco conmigo. Sin dudas fui el primero que lo abracé, que lo besé con pasión, que cuando lo está penetrando lo acaricia, lo contiene, lo besa, que cuando lo esta cogiendo lo besa, lo acaricia, le dice cosas lindas.
No porque sea un genio, sino porque yo tengo cancha, tengo experiencia, y la vuelco.
Y él es muy receptivo.
En el motel le hice sentir cuando uno se la saca casi por completo y la pone apenas, jugando con el esfínter, reiteradamente, eso lo volvió loco. Yo se lo que se siente porque he hecho de pasivo y me lo han hecho.
Cuando lo tenía boca abajo, yo encima le besaba el cuello, de mordía la nuca, le jadeaba, lo poseía duro como una piedra, implacable, lo tenía bien afirmado, pero a la vez lo besaba en la oreja, le daba vuelta el rostro para llegarle a la boca y le decía lo hermoso que es al oído, porque es lo que pienso, porque tiene la belleza innegable de la juventud.
Pero ¿Que voy a hacer?
¿Cuanto tiempo puede seguir esto sin que él me pida como único planteo un poco más de tiempo?
Que yo no puedo darle.
Si me sigo metiendo, ¿podré ocultar los sentimientos?
¿Que problemas me traerá con Gustavo, con quien yo ya he decidido pasar el resto de mis dìas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Haces preguntas difíciles. preguntas que, creo, solo podrás contestar tú... o el tiempo.

Está bien que tomes esas decisiones de estar con alguien el resto de sus días... siempre que se inicia una historia de ese tipo, suele ser con esa idea... pero no siempre al final, se puede cumplir...

Lo que ese chico te pida... no creo que ni él lo sepa. Según indicas, todo es nuevo para él...

Besos.