LA VIRGEN DE LOS SICARIOS 2

Y sigo en la senda.
¿Que será?
Tal vez el apartamento del amigo, recargado, cuasi barrocamente, con multitud de antigüedades, bronces, estatuas polícromas de ángeles, relojes en la pared.
La imagen de un apartamento donde las viejas disfrutan de los jóvenes (cuando uno se encamina a ser una vieja loca), la imagen de los jóvenes.
Y he aquí el otro atractivo.
La cruza entre español e indio ha dado en mi Santa Fé y zona un tipo de morocho, como se llama al muchacho de tez cobriza, de rostro interesante, hasta pícaro.
No he observado el mismo rostro bonito en el mestizaje de otras zonas, pero en Colombia sí.
Una mezcla bonita, interesante, con chispa.
Que no puede menos que movilizarme.
Y es así, tanto Alexis como Wilmar tienen ese indefinible atractivo, además de ver otros rostros en la película con el toque espectacular que les da la mezcla con sangre negra.
El tipo mayor, que no toma cuenta de los riesgos y se implica con el joven, bello y afectivo sicario... ¿Cuantos de mis amigos toman esos riesgos? ¿Cuantos de esos riesgos tomo yo hoy?.
La afectividad de la raza es algo que trasunta toda la trama y es un elemento vigoroso.
Porque es una historia terrible, pero a la vez maravillosa.
Porque lo que se vive se vive a pleno.
Y con todos los elementos culturales que nos unen: la fe católica, la música con pasos dobles y tango, la realidad social.
¿Que diferencia hay entre Alexis y Mario aquí? Solo que Mario es más jóven.
Me imagino a Mario o a Kevin haciendo la misma cara que Alexis al escuchar a María Callas.
¿Que diferencia hay entre los políticos de ese momento y los de ese momento míos? Ninguna.
Y como corolario que extraigo de la misma, ¿Quién empezó con esto? ¿Quién fue el responsable de esta espiral de matanzas? Se pierde la respuesta, con la crudeza que se pierde en la vida real.
Es una película con vida, con una vida concreta...