LA DULCE VIDA

Vengo viviendo unos días atípicos. Gustavo se ha tomado todas sus vacaciones, con lo cual sigue de descanso mientras que yo he vuelto de pleno al trabajo.
Ello ha aumentado la conviencia mucho mas.
Vuelvo de trabajar y ya ha cocinado, comida caliente preparada y bien hecha (he hecho docencia, pues antes no sabía ni hacer arroz hervido) y hasta creativo, cuando el otro día preparó bifes de carne de ternera con cebolla, tomate, pimiento verde, (hasta aquí lo tradicional de nuestra comida criolla) y... repollo (creo que se llama col en otros países).
Confieso que el repollo no me gusta demasiado cocinado, pero la verdad es que con el jugo un poquito ácido del tomate y al estar cortado bien finito, adquirió un gusto excepcional que me hizo comerlo todo, todo todo.
A la par, y luego no de comer tanto como cuando puso el repollo, disfrutamos de unas siestas muy sexuales.
Pero lo mas interesante fue poder hacer lo que a mí me parece entre semana: salir.
Fuimos al shopping La Ribera, a cenar a un bar céntrico, a Paraná, la capital de la vecina provincia de Entre Ríos, mi ciudad natal, que queda a 35 km de Santa Fe, a la pizzería de un conocido (gay por supuesto) que vive por allá.
La atención excelente: los mozos atentos (y bonitos) la pizza con queso muzzarela, jamon crudo, champignones saltados con manteca y vino (escurridos obvio) aceitunas verdes y negras, palmitos en rodajas y sobre todo eso trozos de provoleta (queso algo salado que se hace a la parrilla) derretida.
No podíamos terminar la pizza (piensen que yo no estoy gordito por tomar soda).
Todo acompañado con Cerveza Negra Schneider, la mejor sin dudas de la Argentina.
Han sido días de disfrute total, de visitar amigos, de recorrer nuestra ciudad, de donde es la foto del hotel y casino junto al shopping, donde Gustavo ha comprendido que no debe encerrarse, en síntesis: La Dulce Vida.