viernes, 26 de septiembre de 2008

SIN PODER CREERLO AUN


En estos dias se cumplió ya el primer aniversario de la partida de mi papá.
Y es cierto, aún no puedo creerlo.
Porque las cosas se desencadenaron tan rápido que no me dieron tiempo a nada.
Un día en abril comenzaron los problemas.
Y no hubo nada en cielo y tierra que pudiera hacer para detener el curso de las cosas.
Los acontecimientos se sucedian uno tras otro y yo parecía que estaba mirando un video.
Esa tarde glacial y de cielo azul oscuro en Rosario, cuando me volvía con Gustavo, sin ninguna perspectiva favorable mi alma realmente había tomado conciencia de lo que ocurriría.
Pero por suerte pudo volver y hasta estar un poco mejor.
Y por más que los hechos continuaran la llama de la esperanza no se apagó hasta el último día.
Doy gracias de haber podido decir todo lo que necesitaba, de poder expresar todo lo que quería, de poder hacer casi todo lo que podía.
Pero más alla de todo, lo más importante fue el tiempo juntos, compartido, en ese bello pueblo de Traslasierra donde los cuatro disfrutábamos de la paz y el descanso en un ambiente serrano con arroyos y vida serena.
En la bellísima Iglesia del Pueblo Alto nos juntamos ese domingo en la misa en su recuerdo cumpliendo asi una vez más con sus deseos. Y esa tarde en el patio que fuera testigo de nuestra niñez y juventud plante una planta de blancas flores.
Nada podrá volver el tiempo atrás, pero nada podrá impedir que un día nos volvamos a encontrar.
El consuelo se halla en rememorar los momentos felices y las enseñanzas, y en el caso de mi viejo la comprensión, la aceptación sincera y sencilla de mi modo de vida.
Vaya en este recuerdo también un cálido saludo a Marcus, a quien le ha tocado atravesar por esta situación hace muy pocos días, vayan para él también mis palabras de consuelo.

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