NOCHE DE VINO

Hay momentos en que la vida te da sorpresas.
Y el sábado antepasado fue uno de esos momentos.
Como Darío estaba sin programa, pues Julián se había ido a su pueblo, ya que trabaja responsablemente en el instituto de su mamá, este nos había sugerido ir a ver un grupo que tocaba temas de ritmo flamenco.
Yo no soy que digamos un fanático de ese ritmo, pero me resultaba interesante el ver en vivo.
Los espectáculos en vivo, especialmente relacionados con la música, me resultan siempre atrayentes, tienen otra química.
Gustavo, por su parte, si bien en su vida se había interesado por el flamenco, tras unos instantes de perplejidad por nuestra ocurrencia aceptó de buen grado.
Así que tras una jornada que no me dio ni un segundo de descanso, pues a la mañana trabajé, a la siesta tuve una reunión con mis compañeros políticos y a la tarde sellamos el acuerdo electoral en una localidad cercana, luego de lo cual debí volar a casa para cambiarme, llegamos puntualmente a la cita.
Darío ya nos estaba esperando.
Como es habitual, fuimos los primeros (en este país la puntualidad esta de huelga jejejejee!!!)
Pero los chicos del grupo estaban ensayando, ajustando los instrumentos.
Así que no pude menos que echar una mirada, eran seis en total, de los cuales tres me resultaban interesantes para la vista.
El lugar comenzó a poblarse, y se disponía de servicio de bar, una cosa más que interesante.
Coincidimos en pedir un vino tinto, excelente elección.
Hoy en Argentina hay una increible variedad de vinos, de una calidad que sorprende.
¿Y que mejor que compartir un vino con la pareja y un amigo?
Este vino, de San Juan, Argentina, era tal como me gusta, con fuerza, con carácter, con un tono intenso. Las provincias cordilleranas van produciendo cada día más variedades con gran éxito.
Y ya que estábamos pedimos algo para comer, una bandeja con milanesas, papas fritas, aceitunas, pickles, y un plato con queso cortado en dados de dos variedades y un salamín picado grueso. Todo a un precio muy conveniente.
El espectáculo llamó a hacer palmas y a seguir el ritmo (afortunadamente no daba para bailes pues Gustavo podía sufrir un infarto si Darío y yo nos desatábamos jejejeje!!!)
No era flamenco puro, si bien hubo temas de ese tipo, también los hubo con ritmo de flamenco, lo cual agradó a todos.
El estar sentados, disfrutando el espectáculo en vivo, que fue muy aplaudido, y durante el cual despachamos dos botellas de vino, y luego el caminar por la calle céntrica de la ciudad, conversando despreocupadamente, para terminar tomando un helado en una de las mejores heladerías de la ciudad, constituyen el tipo de actividades que me parece edifican nuestro espíritu.
Estar con la pareja y amigos, disfrutando un espectáculo, tomando unos vinos, sin la presión de las obligaciones, luego dar un paseo por la zona céntrica más bonita, para cerrar la noche con el retorno a casa, sin prisas, para disfrutar ya en la intimidad de la pareja el resto de la noche, es el mejor de los programas para un fin de semana.